Ese día, más que otro, ella me miraba.. ahí tan llena de polvo, tan quieta, como si tuviese alma, aunque suene un poco loco, me hablaba.
La ropa de abrigo iba a ser mi gran amiga, junto a esas viejas botas.
Algo de comer, algo que todos tenemos en nuestro hogar, para una tarde de reflexión y soledad
Se hizo de noche y llegó la oscuridad en esa tarde tan extraña, algo pasaba, algo que era necesario capturar en imagen... ese mismo anochecer tan silencioso y áspero.
Como si de hablar se tratase, el cielo se apagaba y perdía fuerza, la noche ya estaba aquí conmigo, abrigándome en mi paseo solitario.
Y ya comprendí, que la soledad no es tan mala si sabes entenderla bien, si sabes saborearla sólo tu y tu fiel amiga la cámara. Andar y observar, contemplar todos los detalles y ruidos para poder capturar esos instantes que sólo pasan una vez.
Momentos únicos.